El cáncer primario de hígado puede ser de distintos tipos:
- Hepatocarcinoma: en las células propias del hígado, los hepatocitos. Representa el 73% de los cánceres hepáticos.
- Colangiocarcinoma: comienza en los conductos biliares del hígado y suponen alrededor del 13% de los cánceres de este órgano. Este es más frecuente que se presente según avanza la edad.
- Angiosarcomas: es un tipo de tumor raro que comienza en los vasos sanguíneos.
- Hepatoblastoma: cáncer infantil que puede afectar a menores de 4 años.
El riesgo incrementa con la edad y también si se poseen antecedentes familiares, en este cáncer ser hombre multiplica las probabilidades. Haber padecido cirrosis, hepatitis B o C y hematocromatosis, entre algunas otras, también incrementa el riesgo. Ingerir aflatoxinas en la dieta es un factor de riesgo de esta enfermedad y de algunas otras relacionadas.
SÍNTOMAS:
Es frecuente que en estadios iniciales no dé síntomas, solo a medida que el tumor crece y la enfermedad se extiende comienzan a aparecer, algunos de ellos son:
- Dolor en zona superior del abdomen
- Pérdida de peso.
- Falta de apetito.
- Debilidad.
- Náuseas y vómitos.
- Ictericia.
Las pruebas para diagnosticar este cáncer son las siguientes:
- Examen físico y análisis de sangre, este último en busca de alfa-fetoproteínas, cuyos niveles elevados pueden indicar la presencia de tumor en el hígado, entre otras cosas.
- Ecografía. Prueba más utilizada para el estudio inicial del hígado.
- Escáner o TAC abdominal: Prueba de mayor valor para establecer el diagnóstico y el tratamiento.
- Ultrasonidos.
- Resonancia Magnética.
- Biopsia.
A día de hoy estos tumores solo tienen cura si se detectan en fases muy iniciales de la enfermedad. Las opciones dependen del tipo de tumor y su estadio.
- Si es operable: los tumores se pueden extirpar con cirugía, llamada hepatectomía. Puede que sea necesario extirpar una porción del hígado o incluso pensar en hacer un transplante.
- Si es inoperable: Esto pasa si las células anormales ya han se han extendido a otras zonas, aunque en ocasiones aunque no hayan salido del hígado tampoco se puede operar, por ejemplo si el paciente presenta cirrosis. Las opciones de tratamiento en este caso son: ablación por radiofrecuencia, inyección percutánea de etanol, criocirugía, infusión aterial hepática, quimioembolización, hepatectomía total con transplante.
- Si está avanzado: Cuando afecta a ambos lados del hígado o ya se ha extendido a otras partes del organismo. Los pacientes reciben tratamiento paliativo, ya que este no tiene cura. Se emplea quimioterapia, aunque también se está empezando a usar la radioterapia.
- Si es recurrente: Reaparece aún siendo extirpado completamente. En estos casos se puede volver a someter al paciente a cirugía, o bien recibir una combinación de tratamientos como quimioterapia y radioterapia.
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